martes, 15 de enero de 2013

Prudencial

Solo después de eso que llaman tiempo prudencial, ella hablo. Lamentó, tal vez como contrapunto a lo escuchado, no pertenecer a una familia con tradición delictiva, huidas del altar o por lo menos algún antepasado cuatrero. Estaba contrariada, ya que sin duda, era una rémora para su futuro no tener un pasado turbulento.


"Jóvenes, estábamos en edad de no tener ni dinero ni demasiadas pertenencias, apenas un talego medio vacío con alguna que otra lata de bazofia incomible."

Existen libros que parecen hablarnos como si fuéramos niños pequeños, que en cada página nos pintan el mundo y donde la explicación siempre es la más sencilla. Libros luminosos para tiempo Oscuros. Libros Adultos escritos para niños. Donde la felicidad de lo simple aguarda en cada frase y los recuerdos de tiempos mejores acuden al rescate para espantar las pesadillas. Como llegué a conocer a los peces, de Ota Pavel, es uno de ellos.

"- No digas tonterías, no seas histérico. Cuando éramos críos llevábamos las ocas a pastar a orillas del Malse. De eso hace casi cuarenta años. Y también pescábamos anguilas. Y también volvíamos con las manos vacías. Y hoy lo he revivido. Y ha sido hermoso.


Mientras esperaba el tiempo prudencial para hablar, se me fue la cabeza a ese Paraíso Perdido que algunos llaman infancia. Debió pasar una eternidad ya que ella volvió a tomar su turno de palabra. Mi silencio, y probablemente ciertos rasgos físicos míos al sonreír, la hicieron suponer lo peor en mi pasado y por tanto un futuro maravilloso. A tú lado, dije al salir de la ensoñación, como un pez fuera del agua, un acto reflejo para sobrevivir.

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