viernes, 31 de mayo de 2013

Erase una vez Lolita

Pues resulta que no, que no me había leído Lolita. Y como no, como no me iba a sorprender!, con el aguzado y mordaz humor de Humbert Humbert. Un monstruo, un infame, un cerdo depredador. Pero gracioso que le vamos a hacer. Un observador notarial de la cultura americana. Un adjetivador como pocos ("pantorrilluda"). Un ser repulsivo que nos hace sonreír. ¿Empatía?¿Comprensión? No. Pero Nabokov nos lleva hasta muy cerca.

También me sorprendió Lolita, Dolores, Dolly. Por alguna extraña circunstancia que no alcanzó a comprender, aunque sospecho de la televisión y el cine, me figuraba a la Nínfula como una beldad que volvía loco a cualquiera que tuviese la desdicha de cruzarse en su camino. Una actitud buscada y propiciada por la misma niña, que sabedora del brutal influjo al que sometía a los hombres, abusaba de su condición para conseguir toda clase de caprichos. Pues después de leer las casi cuatrocientas páginas sigo buscando a esa pre-púber por que en mi edición No aparece.

 Suponemos que nos los tenía puestos a la hora de escribir, pero a saber....

Y por último la constatación página a página de, no solo estar ante una Obra Maestra, si no que el escritor es poseedor de una sabiduría Arcana, Catedralicia. Un saber de otra época, de códigos desaparecidos ya, de versos recitados en medio de borracheras, de alusiones constantes, de ser transmisor de una Cultura. Capaz de jugar en varios idiomas, de transmutar e inventar palabras. En definitiva de un Genio. 

Un libro Diez, valiente, divertido, trágico, de esos que van a batallar sabiendo previamente que van a ser derrotados.

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