jueves, 14 de noviembre de 2013

Viajes

Cuando lo conocí él intentaba no convertirse en lo que termino siendo. Aunque esto sólo lo vine a comprender tiempo después, claro. Digo que intentaba no llegar a triunfar porque en ese triunfo residía su derrota. Esa victoria era desentenderse de todo Aquello que me Enseño (los discos, los libros, las películas) de las noches interminables de vodka y de las madrugadas aún más interminables de vodka (de la reserva secreta: el congelador del aristocrático piso familiar), olvidarse de ese anhelo loco por estar equivocado siempre. De ese Anhelo Loco por poder decir, ves como al estar equivocado yo tenía razón. 

Viajes y botines aunque parezca mentira es una buena combinación

Me grabó a un compilado en casete de Morralla Cósmica. Me asesoró legalmente en un despido (ojo! cuando era difícil que uno lo despidiesen), nos embarcamos en mil amanecidas y una vez fuimos bajados de un taxi al dudar de la honorabilidad del conductor (duda razonable tras varios miles de pesetas de taxímetro y un trecho largo aún por recorrer hasta nuestro destino) Luego pasaron esas cosas que algunos llaman La Vida y hasta hoy que:

Ahora asesora a un gobierno tercermundista sobre cosas complicadísimas. Extraña a sus hijos al estar fuera de casa por el trabajo. Vive en un pueblo de la sierra madrileña ("con quinientos vinilos y cerveza fría"). El vodka lo tienta a veces pero resiste. Me recomendó que leyese Viaje al final de la noche. 
Gracias

"cuando los grandes de este mundo comienzan a amarnos es porque van a convertirnos en carne de cañón"
Viaje al fin de la noche

"Decidí escribir para poder comprarme un apartamento"
Céline  

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