viernes, 16 de mayo de 2014

Brillo

El destino no dudo en triturar el metal, en doblarlo, en hacer estallar los cristales, hacerlos añicos. 
Giros en la noche en busca de la oscuridad, de la impenetrable oscuridad.
Un coche sin control.
El cristal que los protegía del viento, de la lluvia, dejo de hacerlo.
Los trozos que fueron al pavimento brillaban con cada cambio de semáforo.
Harían falta los gráficos, las ecuaciones, que explicasen por que unos fueron al suelo, otros a la cara.
No hay cicatriz que confirme lo que se cuenta. 
La cara, el pómulo, el párpado, los veo perfectos, lisos. 
Los cristales vuelven al paño donde los guarda cuando termina de contarlo todo.
Descansan por fin del brillo.
Duermen en la insoldable oscuridad. 

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